Se había marchado, y tras su voz se fue mi alma.
Lo busqué y no lo hayé.
Lo llamé, y no me respondió.
Me encontraron los centinelas mientras rondaban mi ciudad;
los que vigilan las murallas me hirieron, me golpearon;
¡me despojaron de mi manto!
Yo les ruego, mujeres de Jerusalén,
que si encuentran a mi amado,
¡le digan que estoy enferma de amor!
¿A dónde se ha ido tu amado, tu, bella entre las bellas?
¿Hacia dónde se ha encaminado?
¡Iremos contigo a buscarlo!
Lo busqué y no lo hayé.
Lo llamé, y no me respondió.
Me encontraron los centinelas mientras rondaban mi ciudad;
los que vigilan las murallas me hirieron, me golpearon;
¡me despojaron de mi manto!
Yo les ruego, mujeres de Jerusalén,
que si encuentran a mi amado,
¡le digan que estoy enferma de amor!
¿A dónde se ha ido tu amado, tu, bella entre las bellas?
¿Hacia dónde se ha encaminado?
¡Iremos contigo a buscarlo!
Cantares 5:6-8, 6:1
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